Dentro de la serie dibujos en reunión (que debe de rondar los doscientos originales) los retratos ocupan una parte importante. Los compañeros de sufrimiento son, en esas ocasiones, un buen asunto para la pluma o el bolígrafo, que son los procedimientos lógicos (llevar un tintero y una plumilla a la reuniones hubiera supuesto una posturilla más descarada de lo que habitualmente practico, y no se trataba en ningún caso de desatender la primera actividad, es decir, la reunión).
Los retratos en reunión, de los que 45 componen esta exposición virtual son, como el resto de la serie, fruto de las muchas horas de juntas, comisiones, consejos, patronatos, conferencias de decanos y demás conversaciones de grupo, a las que me ha tocado asistir (y no presidir, claro) a lo largo de los últimos veintitantos años. Cuando los asuntos adquieren categoría de peñazos (que suele ser con más frecuencia de la deseable), cada cual debe buscar un sistema para no perderse entre pensamientos ajenos a la reunión. A mí el de trazar líneas en un folio siempre me ha producido los mejores resultados, y ha conseguido que siguiera en la onda pese a lo intrincado de los asuntos.
La exposición retratos en reunión se compone de dos grupos: retratos anónimos y retratos menos anónimos. En ambos casos el dibujo ha partido de alguno de los compañeros/as que han sufrido las reuniones. En alguno, el titulo incluido en el dibujo es bastante explícito: retrato fallido, por ejemplo. En ocasiones, los retratos se acercan al campo de la caricatura. Otras forman parte importante del conjunto del dibujo que no aparece como un retrato. Así ocurre con uno de los más antiguos, el de la pirámide la Universidad de Zaragoza, en la que el mensaje importante, a saber, la base de la pirámide, se centra en hacer ver que está constituida por mujeres, militares sin graduación y profesores de Escuela Universitaria, pero Aparece adobado con algunos retratos reconocibles, como el del entonces director del Centro Politécnico Superior.