La figura de Goya, que fue miembro de esta Real Corporación, ha traspasado el tiempo y el espacio hasta convertirse en la referencia más notable del mundo de la creación artística. Por eso, cada día es objeto de miles de actividades -en cualquier lugar del mundo- a través de las cuales vamos descubriendo nuevas facetas y nuevos matices de este aragonés universal. La Real Academia de San Luis, que se siente muy orgullosa de haber contado con el pintor de Fuendetodos entre sus medallas, quiere dejar constancia de todas aquellas referencias a la figura de Goya que nos sean remitidas. Y hoy comenzamos con esta nota explicando la exposición que presenta la Fundación Lázaro Galdiano hasta el 28 de febrero de 2010. La video-instalación responde al nombre de Dato primitivo 4. 1781: CASO GOYA. La propia Fundación lo explica así:

Con motivo de la celebración del primer centenario del palacio que sirve de sede tanto a la Fundación Lázaro Galdiano como al Museo, el Ministerio de Cultura ha querido sumarse a este evento realizando un encargo excepcional. Montserrat Soto y Áurea Martínez han sido las responsables de su creación: una video-instalación en la que Francisco de Goya se convierte en protagonista y reivindica al pintor creativo frente al pintor de encargo.

Dato primitivo 4: CASO GOYA es una video-instalación, con unas características de lenguaje entre el teatro, el cine y el video, que rememora un episodio que tiene lugar en el número 11 de la calle del Coso de Zaragoza el 12 de abril de 1781, es decir, en un lugar preciso y en una fecha concreta.

El espectador observa desde la habitación contigua cómo Francisco de Goya, furioso y agraviado, valora la evolución de su acto creativo y rechaza todo tipo de intromisión en la obra que ejecuta por encargo de la Junta de Fábrica de la Basílica del Pilar de Zaragoza: la pintura de la cúpula Regina Martirum. Goya reclama la libertad en el desarrollo de su trabajo porque de otra manera entiende que renunciaría a la dignidad de artista y se expondría «a no poder hacer uso de su talento». Goya conversa con su amigo Martín Zapater, que le asesora en la redacción de una carta destinada a Matías Allué, Administrador de Fábrica del Pilar. Tras la discusión que mantiene con Zapater, en la que no cesa de reivindicar al pintor creativo frente al pintor de encargo, Goya, siguiendo los consejos de su fiel amigo, se doblega y acepta los cambios que le exige la Junta.