Ha muerto en la ciudad de Barbastro una de las figuras más notables de la vida eclesial del Aragón oriental, de esas tierras que en el pasado fueron la frontera con el viejo territorio condal barcelonés y que en el presente han vivido la necesidad de recuperar su propia identidad y recuperar los bienes que el obispado de Lérida se les llevó por la fuerza de la legislación canónica y que ahora no quiere devolver en cumplimiento de esa misma legislación canónica. Allí, desde la atalaya de Roda de Isábena, protagonizó muchos capítulos de esta reivindicación un sacerdote aragonés que acabó convertido en casi una leyenda, reconstruyendo la vieja catedral rotense, pidiendo la vuelta de sus parroquias al obispado barbastrense y reclamando el regreso de los bienes. Treinta años le han dado mucho juego, treinta años que comprenden al mosen restaurando con sus manos los edificios románicos y perdonando con sus manos bendecidas los pecados de gente tan compleja como el propio Eric el Belga. Hace unos meses, la Real Academia de Bellas y Nobles Artes de San Luis decidió de manera unánime elegirlo Académico de Honor y con esa ocasión escribí una nota en mi blog en la que quise dejar constancia de la importancia de este nombramiento.
Pero, en ese mismo texto planteaba los problemas con los que nos encontramos para proceder a investirlo como Académico de Honor en la propia catedral rotense. Y lo que parecía un peligro al final se convirtió en una realidad. No pudo recibir en vida el reconocimiento material de la Corporación, pero como estamos hablando de un hombre plenamente convencido de la dimensión espiritual de las cosas cumpliremos celebrando en su catedral de Roda de Isábena un acto en homenaje de este Académico de Honor que se nos ha ido de la vida pero que, sin duda, permanecerá espiritualmente por estos parajes a los que amó hasta el límite. Y ese acto seguramente lo celebraremos el sábado 10 de abril del año 2010, cuando la primavera comience a llenar de vida al viejo reino ribagorzano.