Ilma. Sra. Dª. Cristina Remacha Escolano
Cristina Remacha es hija de la pintora de paisaje y bodegón Marcela Escolano y del escultor y forjador Pablo Remacha.
Remacha tenía una academia en Calatayud y Marcela era su alumna: se enamoraron, se trasladaron a Burgos y allí residieron varios años. Marcela salía a la calle o de paseo y pintaba del natural como si nada. A su hija Cristina -también tenía otra: Inmaculada, que se dedica a la música y a la cerámica- le daba vergüenza y le decía su madre: «Déjalo, que nos van a ver».
Quizá de ahí derive ya su vocación. Su padre era un gran dibujante, tenía sentido del color y de la composición, dibujó mucho, aunque es conocido sobre todo por la rotundidad de sus esculturas y por la calidad de su forja. Al cabo de unos años, los Remacha Escolano se instalaron en Zaragoza y Cristina probaba a diario que tenía un admirable sentido del dibujo.
Se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios y allí lo aprendería casi todo: pintó con modelo desnuda, aprendió modelado y vaciado, de hecho ha realizado bastantes piezas de escultura.
Piensa que esas técnicas le ayudan en su trabajo: con las proporciones, el conocimiento del cuerpo, el equilibrio, la plasticidad, con el dominio del espacio y del vacío, etc. Cuando su inclinación era inequívoca, su padre le dio un consejo: «Dibuja y luego desdibuja’.
Ese aforismo 1o tiene muy presente: sigue trabajando así. Dibuja con precisión y luego, con entrega, con pasión y con un claro sentido del color, realiza su obra. Despinta, crea sugerencias, desmenuza los hilillos del pelo como sucede en algunos cuadros de Durero, esculpe los árboles o los pájaros en la floresta, le gustan especialmente el vencejo y las golondrinas, tan semejantes.
Sus cuadros proponen una aventura plástica y a la vez cuentan una historia, reflejan un instante de asombro, de temblor o serenidad casi mística. Cristina Remacha pinta siempre al óleo, pero con una técnica personal, casi secreta y muy trabajosa, que parece impregnada de barnices; a veces, podría pensarse que emplea acrílicos. Algo que desmiente de inmediato: le gusta, la absorbe, la atrapa el óleo.
Fuente: Ayuntamiento de Zaragoza
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